Los restos visitables corresponden a un majestuoso edificio construido entre los siglos IV y V, a cuatro kilómetros de Tarraco, junto al río Francolí y a la vía De Italia in Hispanias. La sala central conserva la cubierta con cúpula, decorada con un magnífico mosaico ordenado en franjas concéntricas donde se representan una cacería, escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, personajes entronizados, etc. En cuanto a los motivos cristianos, destacan las representaciones de relatos bíblicos: Adán y Eva, el sacrificio de Isaac por Abraham, el profeta Jonás, los tres jóvenes hebreos de Babilonia, el profeta Daniel, Jesucristo como Buen Pastor o la resurrección de Lázaro, entre otros. A pesar de que todavía se debate la cronología y la función del edificio, la magnificencia del proyecto, la técnica empleada y la iconografía señalan que el promotor de la obra fue un personaje de alto rango con firmes creencias cristianas. Un conjunto que es, sin duda, uno de los testimonios más destacables del arte de los primeros siglos del cristianismo.