El edificio, reformado en 1997 por Antoni Traguany, había sido un lujoso y atractivo hotel. Josep Maria Pujol i de Barberà remodeló en 1908 los muros de un edificio que ya había sido una fonda como mínimo treinta años antes de su intervención. El hotel ofrecía a principios de siglo luz eléctrica, una habitación oscura para fotógrafos, autogaraje o un comedor con pinturas de los artistas más celebrados del momento. De su pasado modernista quedan dos elementos muy destacables en las dos fachadas: las prominentes molduras en las que se prepararon los dinteles de los ventanales y los balcones calados realizados con piedra artificial y decorados con unas vistosas flores.
(vista exterior)
C. Apodaca, 30