La ciudad medieval, enclavada en la Parte Alta, ya disponía de las murallas romanas. Por lo tanto, sólo fue necesaria su reparación y mantenimiento. Únicamente se tuvo que reconstruir el cierre meridional. Es "el Muro Viejo", del siglo XII, que se conserva parcialmente en las calles Ferrers y Enrajolat y en el cual destacan las torres de Morenes y de Arandes, que protegían el portal de Olivera, al principio de la calle Major. En el siglo XIV se amplió el recinto amurallado hasta el área del antiguo circo romano con la construcción de la "Muralleta", parcialmente visible junto a las bóvedas de San Hermenegildo. Estaba reforzada con varias torres, pero sólo se conservan las de las Monjas y la de Tintoré.
(vista exterior)
Via de l'Imperi Romà