En 1913 el arquitecto Josep Maria Pujol i de Barberà situó la casa casi en un mirador natural de la ciudad, mirando al mar, con una tipología que recuerda a la de un castillo que tuvo vida en algún cuento. La casa pertenecía a la familia del señor Leandro Ripoll; todos sus miembros se desplazaban a ella desde Barcelona para veranear. El edificio original era mucho mayor que el actual y ofrecía una estética que hoy nos cuesta adivinar por ciertos cambios constructivos experimentados en 1970. Al conjunto no le faltó la casa del servicio, un campo de tenis, los huertos, las caballerizas, el espacio para los carruajes... La vieja mansión continúa desprendiendo mucha fuerza plástica: hay que observar la diversa tipología de ventanas del primer edificio, cerradas por molduras y con fajas verticales decoradas con esgrafiados. El edificio de la parte opuesta (en dirección a la muralla) conserva, en la fachada que mira al mar, partes originales como una tribuna, una coronación curvilínea trabajada con trencadís (especie de mosaico realizado con fragmentos cerámicos irregulares unidos con mortero típico de la arquitectura modernista) y una cúpula poligonal con mansardas elegantemente acabada con trencadís de diversos colores.
(vista exterior)